Binissalem, en el corazón de la región vinícola de Mallorca, es un pueblo que destaca por su tradición vitivinícola, su encanto rural y su rica herencia histórica. Rodeado de viñedos, este destino ofrece a los visitantes una experiencia auténtica, donde la cultura del vino se entrelaza con la vida cotidiana.
El origen de Binissalem se remonta a la época romana, y su nombre significa "Hijos de la paz". Durante la Edad Media, el pueblo creció alrededor de la iglesia de Santa María de Robines, construida en el siglo XIII y que sigue siendo un hito importante.
Binissalem es conocido por su producción de vino, especialmente la variedad tinta Manto Negro y la blanca Prensal Blanc. La Denominación de Origen Binissalem garantiza la calidad de los vinos locales, y la Fiesta de la Vendimia es una celebración anual que rinde homenaje a la cosecha.
El casco antiguo de Binissalem presenta calles empedradas, casas de piedra y plazas acogedoras. La Plaza de la Iglesia es el corazón del pueblo, rodeada de bares y restaurantes donde se puede disfrutar de la gastronomía local y, por supuesto, de sus vinos.
La arquitectura de Binissalem incluye casas señoriales y antiguas bodegas que dan testimonio de su pasado vinícola. Además de la iglesia, la ermita de la Beata, ubicada en una colina, ofrece vistas panorámicas del entorno.
Binissalem es un lugar donde la tradición vinícola se fusiona con la hospitalidad mallorquina. Los visitantes pueden recorrer las bodegas locales, participar en catas de vino y explorar los alrededores, donde los campos de viñedos crean un paisaje pintoresco.
Este encantador pueblo, arraigado en la cultura del vino, invita a los viajeros a sumergirse en la autenticidad de la vida rural mallorquina y a disfrutar de la hospitalidad de sus habitantes.